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Venezuela y el petróleo (VIII)

Por febrero 7, 2014 octubre 28th, 2020 Sin comentarios

En numerosas oportunidades hemos sostenido que hablar de una mejor Venezuela sin comprender seriamente el tema petrolero es una enorme irresponsabilidad. En 2014 nuestro país cumple 100 años de historia petrolera y por eso planteamos esta serie de artículos donde se ha expuesto para el debate una visión para los próximos 100 años, y cualquier visión responsable debe considerar el impacto sobre nuestro medio ambiente. Por ello, el quinto objetivo estratégico planteado es el uso del petróleo para la diversificación de las fuentes de energía y garantizar un equilibrio entre el desarrollo de la industria y el ambiente.

Algunas personas nos han planteado que este objetivo es excluyente con la propuesta de aumentar la producción y de convertirnos en el mayor productor de petróleo del mundo, alegando, principalmente, el alto impacto que tiene sobre el ambiente la extracción de crudos de la faja. Esta afirmación puede considerarse cierta si la evaluamos a la luz de la actual gerencia de la industria, quienes de la manera más irresponsable solo se han concentrado en explotar recursos para sostener un gasto público sin importar la destrucción del medio ambiente. Pero son tan corruptos e ineficientes que han logrado lo más inverosímil: aumentar brutalmente la destrucción del medio ambiente, mientras disminuyen drásticamente la producción. Durante el período 2006-2013, luego que se instauró la mal llamada nacionalización petrolera de Ramírez, la producción petrolera de Venezuela ha caído casi 500.000 barriles por día (b/d), lo que es equivalente a desaparecer un país petrolero como Ecuador, y la falta de gestión ambiental de Pdvsa es desastrosa. Más de 4.000 derrames o fugas petroleras por año, y solamente en el desastre del Guarapiche, en Monagas, se derramaron más de 100.000 barriles al río.

Pero este inescrupuloso impacto sobre el ambiente es posible remediarlo para nuestras futuras generaciones y hoy en día, con la tecnología disponible, podemos hacer compatible nuestra meta de elevar la producción petrolera en un total equilibrio con nuestro medio ambiente.

Por ejemplo, veamos el caso de los más de 200.000 millones de barriles de crudo extra pesado que tenemos en la faja. Este número de reservas es mayor incluso que todas las reservas de arenas bituminosas de Canadá (175.200 millones bbl). Canadá es un buen ejemplo a evaluar, y probablemente nuestro mayor competidor a escala mundial. Nuestro crudo extrapesado tiene muchas ventajas sobre las arenas bituminosas de Canadá. Para extraer las arenas bituminosas es necesario excavar a cielo abierto, o inyectar vapor de agua, mientras que la producción actual de la faja no necesita mayor asistencia que las bombas electrosumergibles y de capacidad progresiva para lograr factores de recobros similares a los canadienses. Canadá cuenta con altos estándares ambientales, mientras su objetivo estratégico es alcanzar una producción de 6,7 millones de b/d para el año 2030 (Canadian Association of Petroleum Producers). ¿Por qué si Canadá se plantea esta ambiciosa meta con condiciones de subsuelo y ambientales mucho más complejas que las nuestras, Venezuela debería renunciar a un aumento por lo menos proporcional al aspirado por los canadienses? Hoy en día las tecnologías de mejoramiento de crudos pesados han avanzado considerablemente hasta el punto de lograr mejoramiento de crudos extra pesados sin subproductos como el coque.

De igual forma parte de la renta petrolera debe ser utilizado para el desarrollo tecnológico con miras a sustituir el consumo energético interno por fuentes alternativas y renovables. Al minimizar la dependencia de hidrocarburos utilizados para consumo interno, podemos maximizar el bienestar ambiental del país, los hidrocarburos disponibles para exportación y, por ende, la renta.

El futuro se construye planteando los retos desde ya. ¿Cuáles planes se adelantan hoy en Venezuela para reducir la dependencia de los hidrocarburos utilizados para la generación eléctrica? (Hidroelectricidad, energía eólica y energía solar). ¿Qué estamos haciendo para minimizar nuestra dependencia de la gasolina a través de la inversión en infraestructura de transporte público? ¿Cuándo nos planteamos sustituir la flota actual de transporte por vehículos híbridos y eléctricos? En este punto, no puedo dejar de lado la coyuntura: todo esto será posible logrando un cambio total del sistema que hoy tiene secuestrado y destruido al Estado venezolano. Abierto el debate.

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