No hay duda de que debemos ir unidos el 26 de septiembre. Sólo así podremos lograr contener la propuesta autoritaria, arbitraria y estatista que representa la revolución; sin embargo, la necesidad de ir unidos no puede ser la excusa para imponerles a los venezolanos que queremos un cambio el camino de la restauración política como la única vía posible para superar la revolución y enrumbar al país hacia el progreso, la prosperidad y el respeto.
Hoy la conducción de la oposición la tienen representantes de una visión que cree y practica la política partidista tradicional, y que tienen la idea de regresar al esquema político establecido antes de 1998. No es cierto que no exista una propuesta alternativa a la restauración que impulse la renovación y legitimación en la conducción política de la alternativa democrática. En este proceso en marcha, la renovación se expresó con las primarias. Según el DRAE, la restauración es el “restablecimiento en un país del régimen político que existía”.
Algunos pensarán que es una exageración lo que planteamos; sin embargo, la Mesa de la Unidad, en lugar de construir una unidad fuerte, amplia y realmente representativa de los millones de venezolanos que quieren un cambio, impulsó una unidad representativa sólo de los partidos políticos (y no precisamente de sus dirigentes de base, sino de sus élites).
En los llamados puestos salidores sólo hay dos mujeres (una de las cuales se ganó su puesto por primarias), un joven representante de la lucha estudiantil, un independiente y dos disidentes. Casos como el de Yon Goicoechea, quien siendo figura emblemática, con otros jóvenes, de la única victoria nacional que hemos logrado (el referéndum del 2D de 2007) y teniendo 60% en las encuestas en el circuito donde nació y creció, fue excluido para cuadrar la repartición entre partidos por un candidato que ya había sido diputado por el estado Sucre, se postuló a alcalde por Baruta en 2008 y tenía 3% en las encuestas.
Otro caso que evidencia el distanciamiento de la restauración de la participación y la práctica de la democracia desde el voto es la suerte de inhabilitación a Carlos Vecchio por la Mesa de la Unidad. Se convocaron primarias para 2 diputados en el circuito; luego, por razones humanitarias, se incorporó a Iván Simonovis para uno de los 2 puestos, pero fue inhabilitado por el Gobierno. La Mesa de la Unidad, en lugar de respetar la expresión de más de 100.000 voces que en 95% votaron por María Corina Machado y Carlos Vecchio, confiscó la decisión para otro cuadre político y repartió 2 puestos a Enrique Mendoza y 2 puestos a Julio Borges.
Esto es un claro irrespeto a la voluntad popular, equivalente a la imposición de Jacqueline Faría como jefa de gobierno metropolitano cuando Ledezma fue elegido por los caraqueños como alcalde mayor. Se impuso una decisión por encima de la expresión ciudadana.
Algunos pensarán que escribir estas ideas puede lesionar la cohesión unitaria. Ante esa duda quiero ser muy franco y claro: el silencio puede ser más negativo que expresar oportunamente críticas constructivas. Es necesario dar una respuesta a los que, quizá con razón, se alejan de la política, sencillamente porque no se sienten representados ni tomados en cuenta.
A esos millones de venezolanos les decimos que hay otro camino, que podemos construir una alternativa a la revolución y también a la restauración, que podemos renovar la política y construir la nueva Venezuela. Pese a las diferencias, nos abocaremos a hacer una campaña unitaria que lleve a la mayor cantidad de hombres y mujeres de la alternativa democrática a la Asamblea Nacional. Eso lo dijimos desde el primer día y lo seguimos sosteniendo.
Leopoldo López
Artículo publicado por el diario El Nacional , A9.