Miedo. Eso es lo que sienten quienes hoy gobiernan y se esconden detrás de las instituciones para ejecutar una persecución que sólo pretende sacarme del juego político. Un ataque que hemos resistido desde hace más de 15 años con la vocación intacta por el servicio público, y la certeza de que la verdad prevalecerá sobre el engaño y la manipulación.
Esta batalla no es nueva. Me he enfrentado a más de 20 procesos sancionatorios de distinto tipo, desde investigaciones penales hasta expedientes administrativos; todos ellos arbitrarios. Los hemos afrontado con mucha convicción y la razón de nuestro lado, en una lucha permanente tanto dentro como fuera de nuestro país. Así pudimos alcanzar aquella histórica victoria en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en septiembre de 2011, cuando logramos obtener la primera sentencia de condena a un Estado por violación de derechos políticos.
Esa lucha no ha terminado y ahora ordenan ejecutar una nueva imputación, basada en la misma vieja mentira repetida cien veces. Un atropello sólo demuestra la cobardía de quienes manejan los hilos del poder en Venezuela; esos que en lugar de honrar su responsabilidad y luchar contra la delincuencia para garantizar el derecho a la vida de cualquiera, concentran todos sus recursos en una agresiva persecución contra los que proponen un país distinto, con los que piensan distinto.
Se lo digo alto y claro a quienes están detrás de esta nueva maniobra, a esos que revolotean el poder como zamuros: Señores, no sean cobardes. Vamos a vernos democráticamente en la calle, no se escondan detrás de los poderes públicos. Le tienen miedo a la democracia verdadera y sólo pueden mantenerse en el poder con intimidación y represión. No aguantan un debate y viven montando un circo permanente para distraer al país de los graves problemas que afectan a nuestro pueblo, en especial la inseguridad y la situación económica cada vez más asfixiante.
Los enfrentaremos, como lo hemos hecho en el pasado. Aquí estamos convencidos, además, de que no estamos solos en esta lucha. Porque nuestra batalla es la misma que libran desde hace años los valientes estudiantes universitarios, para defender su autonomía y alcanzar una mejor educación. Es la misma batalla que libran todos los días los trabajadores que han perdido sus empleos por razones políticas, y los sindicalistas perseguidos, asesinados, por defender los derechos y la dignidad de los trabajadores. La misma que dan los presos políticos exigiendo humanidad y el respeto a sus derechos. Es la misma batalla que libran los familiares de las víctimas de la violencia, que sufren la extorsión de jueces y fiscales corruptos que juegan con la justicia.
Libramos esta batalla por esos miles de venezolanos que cada día ven vulnerados sus derechos por parte del Estado, y han pensado en luchar, pero han bajado los brazos porque están cansados, porque se han rendido. A ellos les digo que el camino es duro, no es fácil; pero sí se puede. Porque quienes gobiernan tienen mucho miedo. Le temen al futuro, a la democracia verdadera, a darle voz a los ciudadanos para que se expresen en unas elecciones libres y democráticas.
Estamos preparados para enfrentar este nuevo capítulo de abusos y agresiones. Hagan lo que hagan, no podrán sacarnos del juego, porque hace mucho tiempo decidimos entregar la vida al servicio público, para resolver los problemas de la gente y construir, cada día, una democracia donde todos los derechos sean para todas las personas.
Nuestra victoria será la de la perseverancia, una convicción que compartimos con miles de venezolanos que todos los días batallan por reivindicar sus derechos: estudiantes, trabajadores, médicos, enfermeros, campesinos, productores, sindicalistas, madres y padres de familia. Nuestra lucha es de todos, y sabemos que la razón está de nuestro lado. No podrán doblegarnos. Fuerza y fe, Venezuela.