La semana pasada visité El Nula, un pueblo del municipio Páez en el Alto Apure ubicado entre el estado Táchira y Colombia y hoy considerado la capital guerrillera de Venezuela. El Nula es un pueblo llanero de tradiciones andinas y colombianas, con una iglesia grande, varias calles de comercios, su plaza Bolívar, con un núcleo de la UNELLEZ y otro de la UPEL, un hospital sin dotación pero atendido por médicos y enfermeras con gran mística, varias alcabalas del ejercito y la presencia del ELN (Ejercito Nacional de Liberación, grupo colombiano) y del FBL (Fuerzas Bolivarianas de Liberación, grupo venezolano), no en campamentos, sino en la vida cotidiana del pueblo.
Según el Sr. Ernesto, quien fue víctima de un secuestro, “la guerrilla controla todo. Si uno quiere resolver algo tiene que hablar con los elenos (ELN) o los boliches (FBL). Ni el ejercito, ni la alcaldía, ni la policía resuelven”. Y es que ellos –los guerrilleros- controlan la gasolina, la policía, y hasta tienen presencia en las escuelas. Un estudiante de 14 años me dijo “en el liceo hay chamos que están con la guerrilla, van solo a cumplir el papel de sapos (informantes) y los premian con motos”
La Sra. Josefina en privado me confesó: “como madres luchamos contra la recluta de la guerrilla y la inseguridad. A los jóvenes de las familias más pobres se los llevan a los 12 o 13 años. Nadie dice nada, las paredes oyen”. Y es así, en público nadie habla del problema de inseguridad, pero en privado todos tienen testimonios de primera mano sobre la presencia y la influencia de la guerrilla en muchas áreas.
Aparentemente, nuestra actividad de conformación de Redes Populares ha sido la primera manifestación de una alternativa política en más de 10 años. Ese día, junto a Lumay Barreto, llanera fuerte, emprendedora y aspirante a diputada, hicimos un recorrido de varios kilómetros con cientos de personas que sin miedo asumieron salir a la calle a respaldar abiertamente la idea de que es necesario un cambio. Ese sentimiento de cambio que encuentro en cada rincón del país no se manifiesta de la misma forma en cada lugar, cada región le impone su realidad a la aspiración de cambio. En El Nula el cambio se resume en una frase: Recuperar la Soberanía.
Recuperar la soberanía supone que el Estado asuma pleno control y responsabilidad de la seguridad ciudadana, erradicar el secuestro, la vacuna y la violencia, garantizar la vigencia de la constitución e impedir la subordinación ante grupos guerrilleros extranjeros. Así me lo dijo un dirigente comunitario: “…da indignación tener que pedirle permiso a grupos subversivos colombianos para hacer política en territorio venezolano, hay que recuperar la soberanía”.
Recuperar la soberanía supone mantener la producción de la agricultura y la ganadería en la zona. Las tierras del Alto Apure y el sur del Táchira son de las más productivas del país. Hoy el panorama es desolador, la producción se ha venido a menos, las expropiaciones y confiscaciones del gobierno ha dejado decenas de fincas cerradas, empleos perdidos y desabastecimiento de alimentos. La producción nacional de carne se ha desplomado. En el 2005 casi el 100% de la carne consumida en Venezuela se producía en el país, en el 2009 solo un poco mas del 50%. La diferencia la ponen las importaciones de Brasil, Nicaragua y Argentina. Y miles de estas toneladas de carne se están pudriendo en los puertos.
Hacer del Alto Apure y de la frontera un territorio soberano y de paz, requiere de voluntad política para hacer respetar la constitución y que el Estado garantice la vida y tranquilidad de los ciudadanos. Por otra parte, el modelo estatista y confiscatorio que ha venido destruyendo el campo, debe ser sustituido por un verdadero compromiso con la producción nacional, garantizando la propiedad privada, incentivando la inversión, adecuando la vialidad y promoviendo el empleo. En Voluntad Popular queremos que el Alto Apure sea un territorio productivo, seguro, generador de empleo y turismo. Un territorio soberano y de paz.
Leopoldo López.