Fuente: La Nación

Maduro depende del control de las armas y de la Justicia para imponer el fraude, señala el líder opositor venezolano en el exilio, a quien el régimen tuvo siete años en cautiverio; el apoyo internacional es clave, dice.

“Fue una noche larga”, lamenta Leopoldo López (Caracas, 1971) y se disculpa por llegar tarde a la cita. Hace algunas horas secuestraban a María Oropeza, coordinadora regional del partido de María Corina Machado, mientras los líderes políticos opositores, desde la clandestinidad, burlaban a sus cazadores en la razia que emprendió el 28 de julio Nicolás Maduro, tras ser derrotado en las urnas. López sigue los hechos de Caracas desde la capital española, donde reside desde 2020, y asiste a sus aliados y partidarios. Estudió Ciencias Políticas en Harvard, ocupó diversos cargos en Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa) y fue docente en la Universidad Católica Andrés Bello. Hoy, desde el exilio, es la voz política más contundente de la oposición, dado que el presidente electo, Edmundo González Urrutia, y la líder María Corina Machado permanecen en la clandestinidad: “No se puede sustituir una voz desde dentro por una voz afuera. Pero hoy, desde las elecciones, en el exilio estamos asumiendo una responsabilidad mayor de conducción en los asuntos organizativos y somos la voz que denuncia aquello que no se puede decir en Venezuela”, afirma.

López fundó Voluntad Popular (VP) en 2004, fuerza con la que asumió como alcalde del municipio de Chacao y que lideró hasta 2008. Su gestión fue respaldada por gran parte de la ciudadanía y cuando quiso presentarse como candidato a la alcaldía de Caracas fue inhabilitado por Hugo Chávez, una sanción que la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró inconstitucional.

A inicios de 2014 hubo una ola de protestas protagonizada por estudiantes; exigían la renuncia de Maduro en un país sumido en un caos de inseguridad, inflación y escasez de productos básicos. En ellas marchaban María Corina Machado y el propio López. El 12 de febrero se emitió una orden de captura en su contra, acusado de terrorista, y pasó a la clandestinidad por algunos días, hasta que se presentó ante las autoridades. Llegó en el baúl de un coche a una concentración que exigía el cese de este hostigamiento. Todos vestían de blanco en símbolo de paz. Desde la estatua de José Martí, porque no tenía micrófono, pronunció un discurso que hoy es histórico: “El día de hoy me presento ante una Justicia injusta, ante una Justicia corrupta, ante una Justicia que no juzga de acuerdo a la Constitución y a las leyes. […] Si mi encarcelamiento vale para que Venezuela despierte definitivamente y para que la mayoría de los venezolanos que queremos un cambio podamos construir ese cambio en paz y en democracia, pues bien valdrá la pena el encarcelamiento infame que plantea directamente, con cobardía, Nicolás Maduro”. López estuvo preso durante siete años. Primero en la cárcel de Ramo Verde –al inicio de su cautiverio, siete meses encerrado en una celda–, luego tuvo arresto domiciliario y finalmente logró asilo en la embajada española, hasta que logró escapar, vía Colombia, durante la pandemia.

–¿Cuál fue la estrategia de la oposición en esta elección? ¿Cómo se trabajó en el diseño de un plan para poder llevar a cabo un recuento de votos?

-Desplegamos una red de testigos [fiscales] en los 16.000 centros de votación. Nos metimos a fondo en este trabajo de colaboración, con disciplina. Gracias a esta organización pudimos contar con el 85% de las actas. Este es el pilar que Maduro no puede derrumbar [López muestra la copia de un acta y señala los resultados de la votación y las firmas de los testigos: “Quienes firmaron están siendo perseguidos”]. Es irrefutable la victoria. Maduro no puede presentar ningún elemento de prueba. Depende del control de las armas y de la Justicia para imponer el fraude.

–¿De qué modo trabaja la oposición desde el exilio?

Estamos viviendo una situación muy delicada, una represión brutal. Más de dos mil ersonas han sido detenidas. De mi organización, desde 2014 la más perseguida por la dictadura, han sido secuestrados Freddy Superlano, quien lidera VP en Venezuela, y Roland Carreño, quien ya ha estado preso durante tres años. Superlano supuestamente está en el centro de tortura Helicoide, pero no tenemos mayor información. Nuestro día a día es asumir responsabilidades en el exilio para continuar con la organización dentro de Venezuela. En la Argentina, que vivieron una dictadura, saben lo que significa una resistencia en la clandestinidad. Creo que esta es una de las peores dictaduras que haya vivido América Latina: desapariciones forzosas, decenas de madres deambulando por las cárceles en busca de sus familiares. Quieren imponer el pánico, pero la voluntad de cambio y de lucha por la libertad sigue intacta.

–¿Comando Venezuela, la unión de los opositores, es hoy más fuerte que en el pasado? Juan Guaidó, que se presentó como candidato a presidente en 2018, y fue “presidente interino”, vive en Estados Unidos. ¿Se ha comunicado con él?

Ha habido una visión incorrecta cuando se habla de la desunión de la oposición en Venezuela. Si bien hay diferencias, en los momentos críticos hemos estado siempre unidos. Somos muchos. Todos los que estuvimos presos o estamos el exilio, no solo en España, como Guaidó, estamos contribuyendo y brindamos una función de apoyo. No he podido participar en elecciones desde 2004. Durante prácticamente toda mi carrera he apoyado a otro para que pueda ser candidato.

–¿Por qué esta elección fue diferente? ¿Solo la crisis económica ha minado el vínculo entre Maduro y la sociedad?

Maduro ya lleva más de diez años en el poder y lo único que puede mostrar es la destrucción del país. Hay casas sin agua, hospitales sin médicos ni enfermeras, los que tienen empleo reciben 5 o 7 dólares de salario mensual. El país está colapsado. En Venezuela hay un “basta ya”. Hoy, evidentemente, la mayoría es más amplia que en 2015, cuando ganamos dos tercios de la Asamblea Nacional con el 56% de los votos, porque 5 millones de venezolanos que estamos fuera no pudimos votar. Ni Maduro y ni el chavismo tienen arraigo popular. Esa narrativa que se impuso durante años, donde Chávez y Maduro supuestamente representaban la voluntad de los más pobres, es totalmente falsa. Eso está erradicado de raíz. El país tiene unos niveles de pobreza solo comparables con Haití. Los lugares más pobres son los que votaron por Edmundo González y los que salieron el 29 a protestar y a derribar las estatuas de Chávez.

–La fortaleza de Maduro y su persistencia en el poder están entonces fundamentalmente impulsadas desde el exterior.

Hay una idea errónea de que Maduro está aislado; es parte de una red internacional muy poderosa que salió inmediatamente a respaldar los resultados del fraude: China, Cuba, Rusia, Nicaragua, Irán, Eritrea, Corea del Norte. Son países poderosos y autocráticos, donde hay violaciones masivas de derechos humanos. China históricamente ha financiado a Chávez y a Maduro. De Rusia, la estructura de colaboración viene de las redes cleptocráticas, del crimen organizado en negocios vinculados al oro, al contrabando, al petróleo. Hay presencia en Venezuela de Hezbollah. Cuando lo anunciamos nos decían que estábamos exagerando. Venezuela recibe todo tipo de apoyo para mantener aceitada su estructura represiva. Pero no es un hecho aislado: Venezuela hoy está en el centro de una tensión global que es cada vez más evidente entre autocracia y democracia.

–¿Cuán importante es el peso de la presión internacional contra Maduro? ¿Se reunirán los cancilleres de Brasil, Colombia y México para negociar con Urrutia y el régimen?

Es importantísima, pero María Corina y Edmundo siguen liderando. La gente ha salido y seguirá saliendo a las calles. Lo que planteamos es que se reconozcan los resultados y pedimos determinación a la comunidad internacional. Brasil, Colombia y México cuestionan los resultados presentados por Maduro y solicitan elementos que respalden esos resultados. Están buscando una negociación que permita construir la transición al 10 de enero, fecha de la toma de poder.

–Dentro de unos meses habrá elecciones en Estados Unidos. ¿Cambia el escenario en Venezuela el hecho de que gane Donald Trump o Kamala Harris?

El respaldo a la democracia en Venezuela va más allá de la polarización política e ideológica de cualquier país, más allá del bipartidismo. Confiamos en el respaldo de cualquier partido democrático que crea en las elecciones libres y en el respeto a los derechos humanos. La lucha por la libertad de Venezuela tiene que seguir. Hago un especial llamado a que nuestra lucha no sea un asunto ideológico, que los demócratas de la región se pongan por encima de cualquier lente ideológico. En el caso de Estados Unidos y del bloque europeo, deben evaluar qué harán con de las sanciones a Venezuela que se han levantado.

–Usted se ha mostrado escéptico al levantamiento de esas sanciones.

–En el contexto de los Acuerdos de Barbados (2023) se levantaron en Venezuela las sanciones al sector del petróleo, financiero y del oro con la condición de que Maduro cumpliera con elecciones libres y transparentes. Pero la reimposición de sanciones debe ser evaluada. La línea de dinero que entra todos los días a Venezuela y que financia el aparato represivo de Maduro viene de la venta de petróleo a la empresa Chevron a los Estados Unidos. También creo que deben imponerse sanciones individuales a quienes ejecutaron el fraude y quienes están en la cadena de mando de violaciones a los derechos humanos. Estuve preso siete años y viví en una cárcel militar. Te puedo dar testimonio de que las sanciones personales tienen un impacto en los torturadores, que se sienten anónimos hasta que son señalados con nombre y apellido.

–En su discurso, Maduro le dedicó unas palabras a Milei. ¿Se ha comunicado con las autoridades del gobierno argentino?

El gobierno de Milei ha estado en contacto con el Comando [la oposición], porque hay personas a resguardo en la embajada de la Argentina, hoy bajo custodia de Brasil. La posición de la Argentina ha sido muy importante, no solo la del gobierno. El comentario de Estela de Carlotto, que como las Madres de Plaza de Mayo siempre ha apoyado al chavismo, cuestionando a Maduro, ha sido importante porque da muestra de lo grosero del fraude que se quiere imponer.

–¿Cómo recibió las palabras del papa Francisco pronunciadas vía X, que sonaron poco contundentes en su crítica a Maduro y al regimen? [”Dirijo un sentido llamamiento a todas las partes para que busquen la verdad, resuelvan las disputas mediante el diálogo y se preocupen por el verdadero bien del pueblo y no por los intereses partidistas”].

Es una voz adicional de alerta a lo que está ocurriendo en Venezuela. Es importante, pero en Venezuela la voz más potente no viene desde fuera, viene de los púlpitos. Hemos visto a sacerdotes y arzobispos hablando de la verdad y del respeto democrático. El liderazgo eclesiástico asumió posiciones muy valientes. La voz de la Iglesia que hay que escuchar en estos momentos es la de los sacerdotes y arzobispos que están en contacto con sus feligreses. Esperaría que ese mismo tono y sentido de urgencia sea replicado en el Vaticano. Estuve preso y en este tiempo lo que te sostiene es saberte acompañado, que la causa sea reconocida como justa, que se reconozca que uno está del lado de la verdad y que el sacrificio tiene sentido.

–Vive en España desde 2020. ¿Se ha reunido con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien ha llevado a cabo, supuestamente, las negociaciones entre el régimen y la oposición?

No, no he tenido ningún contacto con él y me extraña mucho que a pesar de haber estado en las elecciones no haya hecho comentarios. Él estuvo ahí, se sacó fotos. Creo que debe dar una opinión y dar su visión de lo que vio. El periodista Daniel Lozano publicó un artículo donde dice que está haciendo lobby con el Grupo de Puebla para que no se reconozcan los resultados. No tengo información de eso, pero creo que eso sería muy lamentable.

–¿Prefería que Maduro fuese preso o que se marchara fuera de Venezuela?

Solo quiero que Maduro salga del poder. Que se pueda iniciar una transición a la democracia en unas condiciones que se irán construyendo día a día.

–Algunas versiones dicen que el Ejército tiene jerarcas que se oponen a Maduro. ¿Cuán fuerte es Maduro en la cúpula y en los mandos medios castrenses?

La semana pasada, en las protestas, vimos policías que se quitaban el uniforme y guardias nacionales que decidían no reprimir. No soy militar, pero viví cuatro años en una cárcel militar y los custodios y los presos eran militares. Te puedo decir lo que es obvio: los militares venezolanos son venezolanos, como sus hijos, sus padres, sus aspiraciones y sus frustraciones. Hay un mar de fondo allí que probablemente de arriba hacia abajo esté más controlado, pero creo que en las fuerzas armadas hay un profundo descontento. Maduro puede prolongarse unos días o meses en el poder, pero la situación va a deteriorarse.

–¿Hablaba con los militares dentro de la cárcel? ¿Cuál era ese vínculo?

Todos los días. Al principio cuando llegué a la cárcel me enviaron a una torre de confinamiento solitario y por ahí pasaban tenientes, capitanes, mayores y todos estaban del lado de nuestra lucha. Pude estar en casa por cárcel [arresto domiciliario], gracias al apoyo de militares y de policías. Logré hablar con el director de la Policía Política, de la Policía Nacional, los tenientes coroneles a cargo de los edificios administrativos en la capital. Todos ellos estaban buscando que se pudiese construir una alternativa. Por eso me liberan en abril de 2019 y paso a casa por cárcel. Ese día muchos militares se sumaron a una protesta popular, pero lamentablemente las cosas no se dieron como esperábamos. Fui entonces a la embajada de España, donde estuve un año y medio a resguardo. Eso puso bajo asedio a la embajada. Pude escapar en 2020.

–¿Cómo fue su escape?

Lo hice en vehículo. Eran tiempos de Covid y el resguardo de la mascarilla ayudó. Tuvimos una operación con pocas personas, pero todas munidas de credenciales. Pasamos más de 20 puestos policiales y al final fuimos detenidos. Nunca supieron que era yo por la máscara y pude cruzar por la frontera del río Meta hacia Colombia.

–¿Cómo eran sus días en prisión? ¿De dónde obtuvo la fortaleza? ¿Cómo convive con el trauma de su encarcelamiento y experiencia?

Estuve preparado para esas circunstancias, aunque uno jamás lo esté del todo. Pude afrontar la soledad del confinamiento con el consejo que me dio un sacerdote: recé todos los días desde el agradecimiento y no desde la necesidad y el temor. Seguía una rutina todos los días: rezaba, trataba de ejercitar la cabeza (leyendo, escribiendo, dibujando, jugando ajedrez, haciendo ejercicios de matemática), y ejercitando físicamente. Eso me dio mucha fortaleza. Nunca me arrepentí de haberme entregado. Soy un hombre de fe. Hablo siempre de lo que significa la vida en prisión y he escrito mucho sobre aquel tiempo y circunstancias, para que nada se borre y para que aquella injusticia no sea olvidada jamás.

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