Los demócratas venezolanos tenemos la obligación de diseñar una nueva agenda que pueda sumar todas las fuerzas del cambio a favor de un solo objetivo: elecciones libres
Los venezolanos tenemos en 2021 una cita con nuestra historia. Este año Venezuela se encamina a celebrar el bicentenario de la Batalla de Carabobo, el momento estelar en el que nuestro país lo dejó todo en el campo para ser libre, sufriendo la más sanguinaria y corrupta de las dictaduras que jamás ha existido en la historia de América Latina. Hoy es otra la gesta, son otros los retos: Venezuela debe no solo recuperar su independencia, su libertad, también nos toca hacer frente a la inequidad, la pobreza y las profundas desigualdades que nos van dejando estos años.
Con un sueldo mínimo de menos de 2 dólares al mes, millones de familias venezolanas carecen de acceso a alimentos, medicinas, agua potable, energía eléctrica o combustible. Una crisis humanitaria devastadora, en medio de una pandemia que arrasa un sistema sanitario en ruinas y agravada por un sanguinario aparato de represión responsable de grotescas y sistemáticas violaciones contra los derechos humanos.
Ya son más de 6,5 millones de venezolanos que han huido de la miseria por nuestras fronteras, y Naciones Unidas proyecta que a finales de este año se superen los 8 millones de desplazados, desbordando la emergencia humanitaria por todo el continente y convirtiendo a la dictadura de Nicolás Maduro en una grave amenaza para la estabilidad de todo el hemisferio.
En medio de esta crisis, la lucha por la libertad de Venezuela ha sido una campaña larga, dura y muy sacrificada. Por años, los demócratas venezolanos nos hemos enfrentado a un régimen capaz de todo para mantenerse en el poder. Hemos transitado todas las vías de lucha, algunos hemos sacrificado nuestra libertad y muchos compañeros han perdido la vida a manos de un régimen criminal que no oculta su voluntad de perpetuarse en el poder a cualquier precio.
Hemos asumido la vía electoral y, después de una ardua batalla por condiciones justas, logramos una aplastante victoria en 2015 ganando la mayoría de la Asamblea Nacional. La respuesta de la dictadura fue desconocer la voluntad popular y perseguir a los diputados legítimos.
Hemos asumido la movilización popular por medio de la protesta pacífica. La respuesta de la dictadura fue el despliegue de una política de represión y exterminio ejecutada por organismos policiales y militares que la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, exige que sean disueltos y sus miembros puestos a la orden de la justicia.
Hemos asumido la negociación con el acompañamiento del Vaticano y varios países amigos, apostando siempre por una solución no traumática para nuestro pueblo. La respuesta de la dictadura siempre ha sido la misma: mentiras, burlas y engaños.
¿Qué alternativas quedan para poner fin a la dictadura? ¿Por qué no lo hemos logrado, a pesar de todos los esfuerzos y sacrificios? Es comprensible la frustración y la desesperación de nuestro pueblo después de tantos años de miseria y represión. Y es evidente que quienes usurpan el poder jamás estarán en disposición de cederlo, lo que ha convertido a la dictadura en una organización criminal con poderosas ramificaciones internacionales. Nos enfrentamos a un nuevo tipo de totalitarismo, más sofisticado y con más recursos para eludir la presión nacional e internacional.
A todos mis hermanos de lucha, les digo: nadie puede librar esta batalla en solitario.
El primer desafío que tenemos los demócratas venezolanos en este año 2021 es asumir la reunificación de todas las fuerzas del cambio, dentro y fuera de Venezuela. Y por supuesto que eso parte de una revisión sincera y profunda. Una revisión que implique reflexionar y aprender de nuestros errores. Una revisión que plantee consolidar la unidad como un activo imprescindible para alcanzar nuestros objetivos.
Esa es la posición que ha asumido, con humildad y valentía, el presidente legítimo Juan Guaidó cuando el pasado 5 de enero hizo un llamado sincero a todo el liderazgo político para sumar esfuerzos y voluntades, siempre reconociendo y respetando nuestras diferencias.
Es evidente que esa reunificación de esfuerzos debe comenzar en el espacio político; pero el tamaño del desafío que enfrentamos requiere también de la unidad de la sociedad civil. Es necesario repotenciar la organización popular en todos los rincones del territorio, y también junto a los millones de venezolanos que hoy vivimos lejos de nuestra tierra.
Todos y cada uno de nosotros tenemos un papel que cumplir en esta nueva etapa. Cada venezolano es una herramienta poderosa para la organización, para la denuncia, para la movilización, para ayudar a los que sufren la miseria y el acoso del régimen de Nicolás Maduro.
Esa reunificación de esfuerzos también tiene una dimensión clave en la presión internacional. Con mucho agradecimiento y respeto a todos los aliados que tanto nos han ayudado en los últimos años, solicitamos unidad de acción a todo el mundo libre que apoya la causa de la libertad en Venezuela. Porque es evidente que la presión internacional debe ser articulada bajo un sentido estratégico común, multilateral, adaptado a las nuevas realidades para derrotar a una dictadura del siglo XXI.
Esta semana se dieron dos grandes pasos en esta dirección con la declaración del próximo secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y la resolución aprobada por el Parlamento Europeo, ambos reconociendo la legitimidad del presidente Juan Guaidó y de la Asamblea Nacional electa en 2015, y apuntalando los esfuerzos para salir de la dictadura y la celebración de elecciones libres. Estados Unidos, Europa y todos nuestros aliados deben trabajar juntos para ejercer una presión efectiva que pueda derrotar a la dictadura.
Esa unidad de acción del mundo libre es la que permitirá hacer más eficientes las sanciones contra el dictador y sus cómplices, como los 46 funcionarios de la dictadura, fiscales, jueces, policías y militares que han sido señalados como responsables en el informe que el pasado mes de septiembre publicó el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Articular y fortalecer la unidad de acción del mundo libre es también nuestra responsabilidad, y somos optimistas porque conocemos de primera mano la conciencia que tienen todos nuestros aliados sobre la necesidad de consolidarla este año 2021.
Bajo el liderazgo del presidente Juan Guaidó, en coordinación con la Asamblea Nacional legítima y junto a todas las fuerzas democráticas, dentro y fuera de Venezuela, planteamos que la agenda de reunificación debe concentrar todos los esfuerzos en alcanzar un objetivo muy concreto: la celebración de unas elecciones presidenciales libres y verificables, para que los venezolanos podamos retomar las riendas de nuestro propio destino.
Necesitamos unidad para emprender un camino que será duro y difícil, en el que tendremos que sortear con inteligencia las trampas de la dictadura. En nombre de tantos compañeros que han caído en esta lucha, y en el de los millones de venezolanos que sufren cada día el castigo del hambre y la persecución de la dictadura, los líderes de las fuerzas democráticas debemos saber respetar nuestras legítimas diferencias y sumar esfuerzos, con humildad y valentía.
A todos mis hermanos de lucha, les digo: nadie puede librar esta batalla en solitario. Por eso reconozco el coraje y la entrega del presidente Juan Guaidó, de los legítimos y valientes diputados de la Asamblea Nacional electa en 2015 y de todos los compañeros de las fuerzas democráticas que han sacrificado tanto estos últimos años, y que siguen trabajando muy duro por consolidar esa unidad. Hoy, más que nunca, todos somos imprescindibles.
Todos y cada uno de nosotros tenemos un papel que cumplir en esta nueva etapa. Cada venezolano es una herramienta poderosa para la organización, para la denuncia, para la movilización, para ayudar a los que sufren la miseria y el acoso del régimen de Nicolás Maduro. Estoy profundamente comprometido en consolidar esa unidad en todos los ámbitos, dentro y fuera de Venezuela, y a eso voy a dedicar todos los esfuerzos en esta nueva etapa.
Hoy no es un día cualquiera. Este 23 de enero los venezolanos recordamos cómo la unidad de acción de cientos de mujeres y hombres de espíritu libre, civiles y militares, logró echar del poder a la penúltima dictadura que azotó nuestra tierra. Unidad para la libertad, como la que demostramos los venezolanos hace 63 años. Unidad para la libertad es la fórmula para transitar los caminos que nos llevarán a recuperar nuestro país, nuestro futuro y nuestra democracia.
Fuerza y fe.