Desde hace días, los venezolanos somos testigos de la intensa escasez de productos de la cesta básica, especialmente en el interior del país, donde miles de madres de familia se ven obligadas a marcarse los brazos con números y hacer largas colas, para poder comprar un par de paquetes de harina de maíz precocida o dos kilos de azúcar.
Desde hace un par de semanas, los venezolanos hemos sufrido un brinco en los precios en los alimentos y productos esenciales, que ha encendido las alarmas de todas las familias y nos ha consolidado como el país con la más alta inflación de toda la región.
Mientras esto ocurría, pudimos ver cómo Nicolás Maduro regresaba de su paseo por los países del Mercosur orgulloso de profundizar nuestra enfermedad económica, en una gira a la que fue con la chequera petrolera en la mano no sólo a comprar mercancías, agravando nuestra insaciable adicción a las importaciones, sino también a comprar legitimidad para un gobierno herido por los resultados del pasado 14 de abril.
Estamos en el camino equivocado. El paquetazo de Maduro ha golpeado sin clemencia los bolsillos de los venezolanos y profundiza una crisis económica que no da tregua, y cuyo origen está en el manejo irresponsable y desordenado de la economía durante la última década. Sufrimos las consecuencias de una estrategia de endeudamiento voraz, justo cuando el país disfrutada de los precios más altos del petróleo en toda su historia. Vivimos cada día el desabastecimiento de productos básicos y un alza desmesurada en los precios, porque los burócratas del gobierno asumieron como una línea estratégica la destrucción del aparato productivo nacional.
La política económica del gobierno las “3I” (Ilegitimidad, Ineficiencia e Inseguridad) es una caricatura. El ministro Nelson Merentes reconoció esta semana que era “muy difícil” cumplir la meta de inflación en 2013, fijada entre 14% y 16%; difícil es que no la superemos en mayo, cuando en sólo cuatro meses suma 12,5%. Ya no se sabe si esto ineptitud, o es que se le miente descaradamente a los venezolanos; o ambas. Engañan a los venezolanos para tapar la incapacidad de quienes han manejado la economía en los últimos 14 años.
Señores del gobierno, la economía de un país debe manejarse con seriedad y responsabilidad. De eso depende el bienestar de todos los venezolanos. Vivimos sobre una tierra llena de recursos y gente trabajadora, pero seca por el abandono y la ineficacia de un Estado voraz, que ha concentrado todos sus esfuerzos en destrozar el aparato industrial y la producción nacional.
Por eso, nuestra lucha sigue firme para denunciar por todas las naciones del mundo la crisis política, económica y social que viven los venezolanos, y la semana pasada cosechamos una victoria muy importante: la Comisión de Derechos Humanos del Mercosur aceptó revisar las denuncias por persecución política y las amenazas de encarcelamiento a la disidencia en Venezuela, con casos bien documentados de violaciones a los derechos humanos como la detención arbitraria del general Antonio Rivero; las imágenes y los testimonios de los jóvenes detenidos y torturados, la semana después a las elecciones; el video del ministro de Vivienda y Hábitat, Ricardo Molina; y las agresiones violentas y premeditadas contra los diputados de la bancada democrática en la Asamblea Nacional.
Por delante tenemos un enorme desafío y nuestro compromiso sigue intacto: transformar a este país en un territorio de paz, bienestar y progreso.
¡Fuerza y fe, Venezuela!