Mucho espectáculo, ruido y humo es lo que nos ha ofrecido el gobierno durante las últimas semanas. Una función continuada que comenzó los primeros días del año 2013, cuyo objetivo es distraer la atención en medio de una ola de violencia y una crisis económica que golpea, cada día más, a todos los venezolanos.
La cúpula que ahora controla el aparato comunicacional oficial lanzó hace casi dos meses una intensa campaña mesiánica en todos los medios públicos, acompañada de actos de calle para manipular con el estado de salud del Presidente Chávez. Todo eso adornado con mentiras, ataques y amenazas como herramientas para radicalizar el debate político y criminalizar a todo el que piensa distinto y tenga la “osadía” de pedir respeto por la constitución.
La dupla de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello presentan la función: caminatas de empleados públicos que colapsan la capital, murales que multiplican el rostro de Chávez, acusaciones sobre ridículas conspiraciones, cadenas de propaganda cada noche, arengas amenizadas por estrellas de la televisión, guerras de pendones, de gorras y de consignas políticas. El capítulo más reciente: el espectáculo grotesco en la Asamblea Nacional, con una exposición de cartones gigantes y acusaciones sin fundamento.
Es el circo nuestro de cada día. Un show patrocinado desde el alto gobierno que busca impedirle a los venezolanos discutir, por ejemplo, la severa escasez de productos básicos y la inflación empujada por los controles de cambio y por el ataque a la producción nacional.
Un show que les ha permitido evadir la responsabilidad de darle a los venezolanos un parte médico confiable, veraz y auténtico sobre la salud del presidente Chávez.
Un show que busca impedir un debate serio en la opinión pública sobre el hecho de que en Venezuela se superó una marca que hasta hace unos meses parecía imposible: que el año 2012 haya sido más violento que 2011.
Un show cuyo objetivo es tapar los 335 cuerpos que ingresaron a la Morgue de Bello Monte por la violencia desatada en Caracas, tan solo en el mes de enero; sin sumar los 78 muertos caídos durante los primeros cuatro días de febrero, en una ola de violencia que amenaza con romper todas las marcas históricas de criminalidad en el país.
Un show que pretende sepultar en el olvido a los 63 muertos de la masacre de Uribana, víctimas de la improvisación y la impericia de un grupo de funcionarios incapaces de resolver la grave crisis penitenciaria, pero expertos en el negocio de las armas y el tráfico de drogas en las cárceles.
Ya no me cabe la menor duda: no les interesa. No tienen interés en atender los problemas que afectan cada día a todos los venezolanos. Maduro y Cabello son los presentadores de un espectáculo triste e irresponsable, donde el alto gobierno se pierde en arengas, caminatas, cadenas y viajes a Cuba, mientras los problemas crecen cada día. Los venezolanos nos hacemos una simple pregunta: ¿entre show y show, en que momento gobiernan?
Para ellos, la política es puro espectáculo y no un instrumento para servir y atender los principales problemas de los ciudadanos.
En esta hora de incertidumbre, la consigna es la unidad estratégica. El oficialismo enfila sus baterías y ataca con todo a las fuerzas democráticas, para desmoralizarnos y dividirnos. No podemos darnos el lujo de caer en la trampa. Debemos trabajar en conjunto para incorporar a millones de personas en la construcción de una nueva mayoría social, que sueñe con un país de paz, bienestar y progreso. Fuerza y fe, Venezuela