El pasado 9 de julio, un periodista de la cadena Univisión aprovechó una rueda de prensa con corresponsales internacionales para hacerle una pregunta clave al Presidente de la República: “Después de 14 años en el poder, ¿qué de nuevo le ofrece Hugo Chávez a los venezolanos?” El candidato del continuismo intentó marear a quienes lo escuchaban con una disertación de casi una hora, para aterrizar en una respuesta que resulta inevitable: nada. Chávez no ofrece nada nuevo a los venezolanos.
Desde aquella rueda de prensa, los estrategas de la campaña oficialista se encontraron con que su candidato encarnaba una propuesta vieja y vencida; una idea de país que quedó anclada en el pasado, incapaz de conquistar el futuro. Los dirigentes de la campaña rojita entendieron que se les agotó la fórmula para ilusionar a un electorado que, después de 14 años, demanda menos palabras y más hechos para solucionar los principales problemas que nos aquejan como nación: la inseguridad, la pobreza, el desempleo, la inflación, la vivienda, la educación y la salud.
Como respuesta, todos los voceros del continuismo, encabezados por el propio Chávez, intentan cambiar la realidad con un discurso vacío, alegando –con mucha disciplina, eso sí– que ellos, el gobierno, son “lo nuevo”; que ellos, después de 14 años en el poder, encarnan “la novedad política”. Un paliativo mercadotécnico para intentar tapar una realidad incontestable: Henrique Capriles encarna la propuesta de un camino nuevo a un futuro de progreso, el cambio a un modelo de desarrollo que garantice el bienestar y la seguridad de todos los venezolanos.
Después de casi década y media ejerciendo poder, no hay manera de engañar a los venezolanos, porque tenemos muy claro qué es lo “nuevo” que ofrece el continuismo de Hugo Chávez en la Presidencia.
Nuevos son los casi 20.000 homicidios registrado en 2011, una cifra que ubica a Venezuela entre los 10 países más violentos del planeta.
Nuevos son los pranes que dirigen nuestras cárceles, que hace más de una década nadie conocía.
Nuevos son los cortes diarios de energía y las multas por consumo eléctrico, cuando hace más de una década exportábamos electricidad a nuestros vecinos.
Nuevo es el racionamiento de la gasolina con un chip para todos los ciudadanos, frente a la incapacidad declarada del Gobierno para hacerle frente a las mafias del contrabando de combustible.
Nuevo es el cambio en los hábitos alimenticios, frente a la escasez de productos básicos o, simplemente, porque no te alcanza el salario por la inflación desbordada.
Nueva es la adicción a las importaciones, una enfermedad que está matando a nuestros productores y atenta contra nuestra soberanía alimentaria.
Este Gobierno no tiene nada nuevo que ofrecer, más allá de los problemas que sufrimos cada día los venezolanos: atraso, estancamiento, pobreza, escasez, racionamiento, inflación e inseguridad. Con Henrique Capriles, proponemos soluciones concretas a esa herencia que nos deja el candidato del continuismo. Propuestas nuevas, incluyentes y eficaces para caminar rumbo a una Venezuela segura y tranquila, con empleos de calidad y con una economía fuerte. El 7 de octubre tenemos la gran oportunidad de generar el cambio, Vota por tu progreso. ¡Fuerza y fe, Venezuela!
