Traducción del artículo original de Leopoldo López Why Oliver Stone is Wrong About Venezuela en The Huffington Post con fecha 15 de julio de 2010
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El documental sobre el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, realizado por el cineasta estadounidense Oliver Stone ha re-energizado el constante debate acerca del futuro de Venezuela y de lo que éste significaría para otros países.
El señor Stone sostiene que el ataque a los Derechos Humanos es una preocupación secundaria cuando se pregunta: “¿Por qué buscar el lado oscuro de las cosas si el hombre está haciendo cosas buenas?” Después de todo, “Muchas personas que viven en este país han mejorado bajo el mandato de Chávez”.
Desafortunadamente, para la inmensa mayoría de los venezolanos esta opinión no podría estar más alejada de la verdad. Si formas parte de las millones de personas que viven en los barrios, no puedes confiar en que estarás protegido, tampoco puedes asegurar que los servicios públicos funcionarán correctamente: que las luces estarán encendidas o que tendrás acceso al agua potable.
Como ex alcalde del municipio Chacao en Caracas, me he dado cuenta, a través de fuentes de primera mano, cómo los sueños de los venezolanos se han diluido y han sido reemplazados por un peligroso sentimiento de frustración y desesperanza.
En este momento Venezuela es la capital de los asesinatos en Occidente –con un incremento de 320% en homicidios y 1.400% en secuestros desde el año 2000— por lo que los venezolanos están bajo la sombra omnipresente de la inseguridad, especialmente aquellos que viven en la pobreza.
Los anaqueles están vacíos y la capacidad de producción nacional ha disminuido tanto que hemos tenido que aumentar las importaciones de comida en 700% –incluyendo productos como carne y café: alimentos que anteriormente eran cien por ciento producidos en el país. Adicionalmente, los precios están 650% más elevados desde que Chávez está al mando del Estado. Y, añadiendo el reciente descubrimiento de más de 122.000 toneladas de alimentos descompuestos almacenados en los contenedores de la red oficial de mercados PDVAL, dan la sensación de que este es un problema creado por el Presidente.
El acceso al agua potable y a la electricidad tienen historias similares. Las fallas eléctricas se han convertido en parte de la vida diaria de los venezolanos, y varias oficinas del Gobierno se ven forzados a culminar sus actividades más temprano porque no hay suficiente energía eléctrica.
Tales condiciones han abierto la puerta a otros acontecimientos aún más fuera de regla, especialmente en las zonas fronterizas con Colombia, en donde las personas hablan de un alarmante aumento de la actividad guerrillera, incluyendo a las FARC. La semana pasada visité el Alto Apure y una madre de cuatro hijos me describió su realidad: “Como madres luchamos en silencio contra la recluta de los niños por los elenos o los boliches” (los grupos guerrilleros ELN y FBL), y continuó diciendo: “Si nosotros decimos algo, ponemos en riesgo nuestra vida; en El Nula las paredes oyen”.
Oficialmente el Gobierno niega la presencia de grupos guerrilleros en territorio venezolano; sin embargo, las personas que viven en la zona fronteriza aseguran que estos grupos están tan introducidos en el área que tienen control absoluto de todo: desde la distribución de la gasolina hasta la administración de los centros de salud y módulos policiales. El dueño de un comercio quien sobrevivió a un reciente secuestro me dijo: “Si uno quiere resolver algo, tiene que hablar con los guerrilleros porque si le dices a la policía o al ejército ellos se van a enterar igual, así que es mejor hablarles directamente”.
El testimonio más impactante fue el que me dio un niño de 17 años de edad quien dijo que muchos de sus compañeros del colegio han sido reclutados como miembros de la guerrilla y van a las escuelas como informantes. “Ellos no quieren aprender o estudiar, ellos sólo van para informar a los elenos qué es lo que está pasando en nuestro colegio. [La guerrilla] les dan un salario y motos y allá se van”. Le pregunté si alguno había sido asesinado recientemente y, un amigo de 16 años que estaba con él, miró al mayor para pedir permiso para responder y dijo: “sí, hace dos semanas asesinaron a José Andrés; dicen que fue un accidente pero nosotros sabemos que murió durante un conflicto entre los grupos guerrilleros. Eso pasa todo el tiempo”.
Las dificultades en la frontera van más allá de la inseguridad y la guerrilla. La región de Los Llanos era la zona ganadera por excelencia. Más de cincuenta mil pequeñas, medianas y grandes empresas ganaderas han sido confiscadas y por el Gobierno quien ahora las controla. La producción ha caído en picada. La tierra que antes estaba llena del mejor ganado vacuno ahora está vacía.
El dolor, sin duda, ha socavado la confianza pública en Chávez, que ahora está en su punto más bajo. En 2012, Venezuela celebrará sus elecciones presidenciales y las encuestas señalan que la mayoría de los venezolanos desean un cambio. Pero el cambio, es inevitable.
Nosotros en la oposición debemos tomar conciencia de nuestras fallas y poner en práctica las lecciones aprendidas. Estar en contra de Chávez no es suficiente. Las personas necesitan escuchar cómo mejoraremos sus vidas en términos de seguridad, techo y una oportunidad real de que alcancen sus sueños.
Debemos también ser una mayoría organizada. En el pasado, en la oposición, fuimos nosotros mismos nuestro peor enemigo. Tomas de decisiones bajo cuerda y luchas políticas internas hacen que el pueblo recuerde un pasado al que no quiere volver. Necesitamos mostrarle algo diferente: nuevos líderes, procesos transparentes y formas en las que las personas participen directamente en nuestra mecánica de tomas de decisiones.
Finalmente, la Comunidad Internacional debe comprometerse más. El acercamiento a Venezuela no debe ser unilateral sino multilateral, liderado por instituciones como la Organización de Estados Americanos.
Lo que sucede en Venezuela tendrá profundas consecuencias para la estabilidad latinoamericana y global. Y si las estrategias políticas usadas hoy en Venezuela se siguen aplicando sin ser condenadas, serán repetidas no sólo en Latinoamérica sino en África, Asia y el Medio Oriente.
Lo que dificultará cada vez más la posibilidad de que el ciudadano cumpla sus metas y alcance sus sueños.
Leopoldo López
The Huffington Post