Es un hecho notorio que el partido de gobierno se está preparando y organizando desde ya en todo el país de cara a las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional. Muchas son las señales que dan cuenta de esto, pero pueden destacarse dos en particular: el lanzamiento y organización de las denominas “patrullas” y la aprobación de la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE).
Sobre la ley, diversos son los análisis que han dado cuenta de la manipulación que puede sufrir el sistema electoral a los fines de garantizarle al gobierno una sobre representación en los distintos cuerpos legislativos. Asimismo, la ley presenta elementos que no han sido debatidos suficientemente y de una importancia central en la configuración de los resultados electorales, en especial la gran discrecionalidad que tiene el CNE para modificar los circuitos electorales.
Sobre las patrullas, ya llevan mas de dos meses de trabajo organizativo y como quiera que el gobierno, a través del secuestro de las instituciones, controla los tiempos electorales, es de esperarse que tan pronto el partido oficialista se encuentre organizado en todo el país, el CNE procederá a convocar las elecciones.
Con esto se abre una reflexión: ¿que se está haciendo del lado de las fuerzas alternativas al gobierno nacional? Las señales mencionadas arriba, dan cuenta de que la tesis de que no es el momento para hablar del “tema electoral”, es una tesis poco conveniente, por no decir equivocada. Y no se trata de definir candidatos desde ya, se trata de dar un debate sobre los mecanismo más idóneos y democráticos para la elección de los candidatos que las fuerzas alternativas puedan presentar de manera unitaria para los próximos comicios de juntas parroquiales concejales y diputados a la Asamblea Nacional.
Este debate debe ser de altura, donde pueda presentarse a los ciudadanos las diversas propuestas en un clima de respeto y tolerancia y siempre teniendo en mente que, al final, es una exigencia presentar candidatos unitarios; en primer lugar, porque así lo exige el pueblo venezolano y, en segundo lugar, porque las condiciones político-institucionales lo requieren si se quiere obtener la mayoría en los cuerpos legislativos.
Sobre este debate quisiera hacer dos consideraciones. En primer lugar, como mencioné anteriormente, pienso que es equivocada la tesis de que no es el momento de abordar el “tema electoral” y seria lamentable que esta actitud además formara parte de una estrategia de darle largas al asunto, para luego, con la fecha de las elecciones encima, argumentar que no hay tiempo para implementar mecanismo como las primarias y que “el único” camino posible serían las “negociaciones y pactos” entre los partidos políticos.
Sin dudas, esto nos llevaría a repetir lo mismos resultados de otras oportunidades: muchos candidatos con problemas de legitimidad por no responder a los intereses de los ciudadanos, seleccionados 2 o 3 meses antes de las elecciones, algunos completamente desconocidos y con poco tiempo para realizar campaña y darse a conocer, sin hablar de las condiciones asimétricas en las que competirá frente al candidato oficialista respaldado por la maquinaria de propaganda financiada por el Estado. Es decir, nuevamente privará la improvisación. Resulta imposible obtener resultados distintos utilizando las mismas estrategias fallidas del pasado.
En segundo lugar, no comparto la tesis de que “los temas electorales deben discutirse a lo interno”. Se que algunos defienden esta tesis con las mejores intenciones por el temor de que los ciudadanos puedan percibir que existen desacuerdos “irreconciliables” entre las fuerzas democráticas, pero también se que algunos la defienden con la intención de controlar más el proceso de toma de decisiones sobre candidatos y hasta imponerlos, dejando por fuera la participación de los ciudadanos.
A los primeros les digo: si damos el debate sobre cual es la mejor forma de escoger a los candidatos de la manera más transparente y democrática, sin descalificaciones, donde cada quien exponga sus argumentos, los ciudadanos puedan formarse una opinión y tengan poder de decisión y si ese debate se da desde ya, con tiempo, para que llegado el momento de la campaña, podamos concentrarnos en apoyar a los candidatos seleccionados de manera unitaria, los ciudadanos agradecerán la actitud democrática y la manera transparente y pública en el abordaje de un tema que es de interés central en cualquier democracia.
Por lo demás la exigencia de los ciudadanos por la unidad dicta que si bien los actores políticos puedan sostener tesis encontradas, jamás deben convertirse en “irreconciliables” y atentatorias de la unidad.
Demos el debate desde ya.
Leopoldo López.